Fue a ritmo de vals y de la
mano de una compañera de baile desencantada.
Fue así como me despedí de la
educación media. Como dato curioso la profesora encargada de la “coreografía”
me consiguió a la chica más bonita de la primaria, pero por cuestiones de
altura la cambio y me puso al lado de una chica no tan bonita, pero sí de mi
tamaño, y además con un plus…tenia ella un carácter infernal.
Craso error!
No llore por los pocos amigos
que dejaba al concluir la primaria, no llore por los profesores y ni siquiera
me puse a pensar que jamás regresaría a poner un pie en esa primaria, solo supe
que todo eso se convertiría en recuerdos.
Pronto entre a la secundaria…
no hubo muchos cambios en mi vida o en mi estado de ánimo. Seguía yo siendo el
mismo freak que se quedaba a dibujar a la hora de receso y que empezaba a
acumular ya sus primeras decenas de comics y sus primeros cientos de dibujos
hechos a mano.
En alguna parte del primer año
de la secundaria me hice muy amigo de tres jóvenes. Estos tres chicos y yo
teníamos muchas cosas en común, así que nos hicimos los mejores amigos, pero
por razones no del todo conocidas nos llamábamos a nosotros mismos “malos
amigos”; así que éramos los mejores malos amigos que el mundo pudo conocer. Juntos
acumulamos toda la cantidad posible de pepsi-cards, tazos, comics, dibujos,
horas-juego en super nintendo y maquinas tragamonedas. Hasta la fecha, esa
amistad continúa.
Oh! Olvide mencionar que dos
años antes de salir de la primaria, frecuentaba mucho la casa de Jazmin y
Lizeth. Dos hermanas y vecinas que por su posición económica eran muy dadas a
rentar películas en glorioso beta y vhs casi a diario y a invitar helados de
sabores. Fue por ellas que empecé a gustar de la compañía femenina más que de
la masculina. Fue por ellas que confío más mis cosas y mis secretos a una mujer
que a un hombre. Las mujeres son mejores, eso ni dudarlo.
Retomando el hilo de la
historia y avanzando dos años en el tiempo, tuve mi primer amor en la
secundaria, una linda adolescente de cabello ensortijado y de muy malos gustos
(de otra manera yo no le habría gustado); a la cual no le di la importancia que
merecía y quizás la hice infeliz y quizás me maldije a mi mismo al hacerlo:
pero en ese tiempo yo tenía 12 años y no sabía lo que hacía ni a quien dañaba
cuando dejaba de hacer lo que se tiene que hacer. Hoy, ella y yo somos buenos
amigos. De vez en cuando me regaña, y muy de vez en cuando nos extrañamos (supongo).
Pero…el pasado nos condena.
También en esos años tuve
mucho acercamiento con la iglesia católica y cada sábado iba a misa, al
terminar la misa nos reuníamos el grupo de jóvenes y las amistades se fortalecían
y los amigos se hacían presentes; mientras eso pasaba, Lucia, una chica de
aquel grupo de jóvenes, tronaba con su novio y ella corría inmediatamente a mi casa para decirme que si quería ser su
novio y ella obtuvo de mis labios no un beso sino un NO, porque aun a esa edad
(13 años yo y ella 16) yo sabía que el amor no es como ella me lo estaba
planteando, no se deja a alguien para cambiarlo por otro. Y aunque ella lloro,
yo sabía que mi actuar era el correcto.
Dos veces condenado.
En esos años no era tan buen
estudiante,
Era pésimo como novio amante
y… nunca estaba adelante.