No recuerdo si antes de
empezar a escribir yo ya sabía dibujar… solo sé que en cuanto tenía en mis
manos papel y lápiz ya no podía parar de dibujar.
Durante los seis años que duro
la primaria salí pocas veces al “recreo”; generalmente me quedaba a dibujar en
el salón de clases toda la media hora. Una que otra vez alguien me hacia compañía,
pero la mayor parte del tiempo estaba yo solo, no recuerdo a nadie en las dos
escuelas primarias que estuve que dibujara tan bien como yo, ni siquiera había quien
se acercase a mi nivel (que modesto). Por lo tanto era yo una rareza y chicos y
grandes alababan mis destrezas artísticas y por eso era yo muy requerido en
cualquier libreta ajena.
A aquel niño llamado Pablito
le hice muchos dibujos e incluso libretas enteras que algunas veces llegue a
pintar (recuerdo mucho una libreta con ilustraciones de las tortugas ninjas)
con esos prismacolor que ya no hacen como antes.
Mi primer encuentro con la
muerte ocurrió justo en esa época, el primer acercamiento al temor a morir también.
Fue cuando una niña que se
sentaba enfrente de mí y Pablito, estando en el patio de su casa, se cayó
dentro de un pozo y se mato. Tenía 11 años.
El día que fuimos a su velorio,
la vi dentro de su ataúd y con eso fue suficiente. Esa misma noche no pude
dormir y vomite varias veces antes de poder conciliar el sueño. La falta de
sueño me duro como tres días y en todos esas veces mi mente me mandaba una y
otra vez imágenes de la difunta, era un niño bastante débil.
Mientras eso pasaba entre
semana, los fines de semana mi hermano, mi padre y yo construíamos lo que hoy
es la casa de mi madre (porque mía no es, a mi no me costó ni un peso). Fueron los
peores sábados y domingos de nuestra vida y… duraron muchos años. Demasiados años
y… tantos rencores.
Tuve una buena infancia… vivir
en callejón sin salida era genial, vivir con tanta familia alrededor era también
muy bueno, vivir con una bisabuela que festejaba todas las tradiciones y de fe
católica era bastante divertido, ya saben… las posadas, las piñatas, el
nacimiento, el árbol de navidad y los regalos, no tener play station ni x-box
no importaba porque una de mis tias puso un local del apenas naciente “atari
2600” y con eso estaba bien. Además, y de todas maneras, era mejor tener amigos
en toda la cuadra y sus alrededores que estar frente a un monitor o consola.
Mi padre mando a hacernos unas
argollas de gimnasia que el colgó en un árbol que estaba frente a la casa de la
abuela y por años nos divertimos en esas argollas dando vueltas y vueltas y
contemplando el mundo de cabeza desde lo alto.
Y por encima de todas las
cosas, estaba y está y estará… mi madre. A veces pienso que es la mejor madre
del mundo, y no lo digo porque es mi madre, sino porque con hechos y no
palabras lo ha demostrado infinidad de veces. A veces pienso que no soy el hijo
que merece, pero… he tratado de serlo. Mi madre es mi verdadera mejor amiga.
Mientras los años pasaban,
llego el año en que hubimos de egresar de la primaria y…
como olvidar esa libreta ... desearia tener la maquina del tiempo para saber donde quedo y no perderla!!! era unica en su tipo!!!
ResponderEliminary no puedes dejar fuera a la señora q vendia tortas en el receso!!
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