El último tercio del día ya había caído
sobre la zona estada del fondo marino de la luna Europa.
El termómetro marcaba -163 grados Celsius al
exterior del magnifico thermo hemisphaerium que protegía del intenso frio a los
habitantes de la tercera patria de los terrícolas, llamada despectivamente por
la clase obrera como dampnas glaciale frustum in spatio. Adentro, el
aire acondicionado marcaba apenas tres grados Celsius pero en ese infierno helado… era una temperatura
confortable y agradable.
Los relojes marcaban la hora de salida de
la jornada laboral… Las familias se reunían en sus cámaras de vivienda para
contar los acontecimientos del día y actualizar sus videomemorias.
Las madres se reunían con sus críos, los
esposos con sus esposas y los estudiantes con sus tecnotareas.
Las vías de transportación magnética que se
tendían a lo largo y ancho de la luna se empezaban a atestar de transbuses que
llevaban a los trabajadores, de la peor clase conocida, desde los yacimientos
de oxigeno puro hasta los depabiculos (departamentos-cubículos), a donde
podrían descansar después de una ardua jornada de trabajo pesado.
Este transporte, como todos los días, se
llenaba de estrepitosas carcajadas y maldiciones proferidas en contra de aquel
dios desconocido.
Pero no todo era risas ahí, había también
caras estiradas por la tristeza y cuerpos encorvados por las pesadas cargas que
y esfuerzos físicos que demandaban sus labores.
Uno de esos trabajadores estaba ahí, pero
sin estarlo: Se llamaba Svxgli
Su mente divagaba asuntos que solo
corresponden al corazón.
Al igual que todos los demás, el, tenía las
manos y brazos llenos de cortadas y heridas propias de su faena. Su cuerpo era
un catalogo de cicatrices que la ropa ocultaba eficazmente.
Svxgli ese día llegó a su depabiculo, se
baño, lavó sus heridas, se puso ropa limpia, no almorzó (pues llevaba prisa),
salió de allí y tomo un taxunar con destino a los brazos de su amada. Tenía
mucho tiempo sin verla y su ausencia le carcomía el alma y el sueño.
Su voz dulce lo hacía recordar la patria de
la cual fue arrancado y su mirada le recordaba lo vacio que él estaba por dentro
y lo llena de vida que su amada estaba.
No importaba lo cansado que su trabajo
fuera, tenía todo el ánimo del universo para verla y estrecharla en su cuerpo,
en un abrazo infinito. En un beso húmedo.
Ese día de la cita, Svxgli cumplía años…
Pero el regalo que recibió no fue el que él,
o alguien, esperaría.
Porqué, cuando llego ella y pasaron algunas
horas…
No sucedieron las cosas como deberían de
haber pasado:
Es cierto que…
En aquella habitación oscura donde se refugiaron
todo fue una decepción impotente y frígidez.
Es cierto que…
Lo mejor habría sido no haber estado allí.
Es cierto que…
No se vale querer con apatía, no se vale
besar sin querer hacerlo,
Es cierto que…
Después de todo y antes de nada el amor sin
amor es como la muerte. Es, nada.
Es cierto que…
Hubo humo de cigarro mezclado con lágrimas
que caían al suelo anunciando el principio de un fin largamente atrasado.
Hubo rabia también.
Arriba del domo que protegía a los
habitantes de Europa solo había kilómetros y kilómetros de capas de hielo que era
lo único que tenían por cielo
Pero cuando llego la noche, ni el inmenso
frio que le cubría lo alejaba de la idea de que estaba en el infierno.
Una hora más adelante Svxgli y aquella
mujer a la que ya no podría mirar nunca con los mismo ojos, salieron de aquel
cuarto infernal para caminar (en silencio) algunos minutos más.
Esperaron juntos un taxunar, pero solo ella
se subiría en el.
No había razón para estar alegre ni había motivos
para pensar que lo que pasó tendría alguna vez arreglo.
Svxgli estaba destrozado por dentro y por
fuera.
Había visto el futuro y… no vio lo que él
antes veía
Así que cuando llego el vehículo donde ella
se iría, no hubo un adiós efusivo colmado de besos y abrazos, ni un “hasta
pronto” siquiera.
Tan solo se acercó un poco a ella y le plantó
un beso en la frente.
Y la miró con un dejo de desprecio y otro
tanto de dolor y se quedó allí, parado en la esquina, mientras la noche hacia más
triste el orden de las cosas.
Y ella lo miró también a los ojos y supo
que él no sería más su presente.
Pero no hubo palabras…
ambos se perdieron en la distancia para
reflexionar acerca del amor y del odio.
Y ese fue el principio del fin.
Es este el fin.
FIN
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