martes, 2 de agosto de 2011

el eje podrido y las miguitas de ternura que todos necesitamos

Hola!



El eje podrido avanzaba lentamente,
Sus ventanas mostraban, a través de falsos cristales, imágenes de miseria.
Yo las veía, yo y todos los demás también.
En mi soledad, no estaba solo.
Y el eje detuvo por escasos segundos su marcha.
Y no vi, sino lo de siempre
Había un hombre anciano, de larga melena y abundante barba
Hilos de plata sobre su cabeza y piel.
Usaba una raída ropa roja y café; ropa que sin olerla se sabía que apestaba a suciedad y mugre.
Su casa, por así decirlo, era un viejo local de renta abandonado.
Aún conservaba en la puerta una cortina de acero bastante oxidada que apenas se levantaba unos 50 centímetros de la banqueta.
De aquel local, salían pedazos de chatarra, pet, bolsas de basura, trapos, y…
¡¡El anciano mismo!!
Sí. El venerable señor estaba tirado encima y junto a toda esa basura que aquel hediondo local vomitaba hacia la banqueta.
Una especie de camuflaje surrealista se daba entre el viejo hombre y esa basura porque…
Nadie parecía notar su presencia.
La muchedumbre pasaba a escasos centímetros de él, la muchedumbre impávida.
El anciano no podía mover sus piernas y estaba bastante delgado,
Se limitaba a quedarse botado encima de la basura y a contemplar el panorama o a esperar la llegada de la santísima.
Y no se…
No sé si en su juventud fue un buen hombre,
No sé si fue un buen hijo y un buen padre, si es que tuvo hijos.
No sé nada de él, pudo haber sido un ciudadano ejemplar o un borracho de lo peor,
No lo sé.
Solo sé que antes de todas estas etiquetas, es un ser humano.
Como tú,
Como yo.

¿Cómo llego ese hombre a tan denigrante estado?

El también, alguna vez fue niño,
Alguna vez fue a la escuela,
Alguna vez se enamoró,
Alguna vez entro a una iglesia buscando a Dios,
Alguna vez fue feliz.    (Como tú, como yo)

¿Qué fue lo que paso con el?


Eventos como este me hacen dudar de mí mismo,
Me pueden hacer escribir que…
El futuro está destruido.

Adiós!