viernes, 21 de agosto de 2009

No he vuelto a conocer mujeres como Emilia…


Hola!

Era Emilia una empleada domestica
De ojos vivaces y cejas sin depilar,
Nunca la vi con maquillaje.
Su cabello negro lo recogía en una cola de caballo que terminaba hasta donde la espalda pierde su nombre.
Su cabello siempre olía a shampoo perfumado,
Llevaba la mayor de las veces una falda hasta los tobillos y una playera vieja y blanca,
Usaba chanclas o huaraches.
No usaba ni joyas ni reloj,
No sobrepasaba el metro cuarenta de estatura.
Tenía menos de 20 años cuando la conocí.
No tenia un cuerpo estupendo, nunca fue ni será modelo de belleza ni nada parecido pero era linda por dentro y eso es algo notable.
Ella estaba enamorada de mi, se lo confesó a una de mis tías (+) y a mi abuela.
A mí al principio me dio risa, pues la verdad no era la mujer por la que yo me volvería loco.
Como sea, decidí hacer nada al respecto y dejar que ella siguiera rondándome.
De vez en cuando le decía yo una que otra palabra bonita y ella se sentía por las nubes.
Como siempre he tenido una fascinación por el cabello de las mujeres, siempre le chuleaba mucho su pelo y le decía que se lo dejara suelto (cosa que ella hacia), sin amarrar.
Tuve muchos detalles con ella, siempre la trate bien y siempre se iba ella a sus labores domesticas con una sonrisa después de haber platicado conmigo.
Me gustaba verla feliz.
Recuerdo que a mi nombre le agrego el tonto apodo de El Toro, supongo que por las películas de Pedro Infante que ella acostumbraba ver.
Ella me permitía el lujo de acariciar sus pequeñísimas manos mientras platicábamos.
Ella era la personificación misma de la inocencia y eso es algo que yo siempre he respetado.
Ella era toda candidez y bondad.
Lo repito, era linda por dentro. Demasiado.
Solo una vez la vi arreglada para salir,
Iba a la iglesia…
Cuando la vi con su ropita tan sencilla y humilde supe que las mujeres no necesitan ponerse hasta su puta madre de joyas, accesorios y combinaciones pedorras de colores para verse bonitas.
Si. Ahí estaba Emilia con su vestido largo plisado, su chalina y sus zapatillas de tacón bajo y… Carajo! Se veía tan gloriosa!
Joder! Ni siquiera llevaba pintura en los ojos y se veía radiante.
Si.
Ahí estaba Emilia, mostrándome eficazmente que menos es mas.

Después de un buen tiempo, Ella se regreso al pueblo de donde había bajado.
Nunca mas la he vuelto a ver o saber de ella,
No sé si se acordara de mí.
De una cosa si estoy seguro…
No he vuelto a conocer mujeres como Emilia.

Adiós!

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