miércoles, 6 de enero de 2010

Proyecto 99: La Habitación 71 (180 y última)





30 de enero del 2004.


Hola!


La habitación 71 (Room 71, tal como aparece escrita por mi puño) es el grand finale para el proyecto 99; un final extraño. Confuso incluso para mi mismo. No es un poema, es un mal sueño que tuve a principios del año 2004. Un sueño que duró varias horas, un sueño que me dejó mas preguntas que respuestas. El sueño de un loco; el loco reconociendo los intrincados lugares de su mente. He aquí el sueño…


Noche llegó a la ciudad, su manto la cubrió sin hacerle daño.
Mis parpados pesan, es ya la hora de dormir.
Demasiada televisión, la apago.
Arrojo el control remoto y apago el único foco del cuarto.
Pero no tengo sueño, no tengo sueño…
No tengo
Tengo
Tengo sueño.
Duermo.
La noción de las horas se pierde dentro del propio sueño.
Empiezo a soñar:
Estoy en algo semejante a un hotel de color blanco, tal parece que trabajo en ese lugar de carga maletas.
Llevo por ropa harapos y calzo sandalias
Pasan los días dentro del sueño y un día llega un hombre vestido de manera elegante. Lleva sombrero y un maletín que no me permite cargar. Pide una habitación.
La habitación es la numero 71.
Le conduzco hasta su habitación y cargo todas sus maletas, excepto el maletín que ni siquiera me deja tocar. Subimos escaleras amplísimas-retorcidas, en forma de caracol.
Después de subir dos pisos llegamos a la habitación 71.
Le abro la puerta. El pasa, yo entro con las maletas y el me da propina. Hay algo siniestro en aquel señor. Me da miedo. Salgo rápidamente de ahí.
De nuevo pasan los días dentro del sueño, días en los cuales el señor se va y luego regresa al hotel, siempre a la habitación 71. Siempre estoy ahí yo para cargas sus maletas. El maletín ha desaparecido.
En una ocasión me dice “trabaja para mi”. Acepto trabajar para el porque promete pagarme bien. Asi que dejo el empleo de carga maletas.
Pactamos vernos todos los días en ese vetusto hotel, pero no me dice que trabajo desempeñare.
El primer día de trabajo llego al hotel temprano y en la recepción tienen una nota para mí, la leo. Espero a que el señor aquel baje de la habitación 71. Mientras espero, alguien ha pagado para mí un gran plato de comida, asi que voy al restaurante del hotel y me dispongo a comerla. Si, era mi comida preferida.
Era.
Terminando la comida alguien me dice que ya puedo subir a ver al señor.
Lo hago inmediatamente, y subo las escaleras rumbo al encuentro con el señor, pero… algo no esta bien.
Algo cambio inesperadamente.
Conforme avanzo hacia la habitación 71, todo empieza a cambiar; las mismas paredes se deforman, las escaleras se retuercen de forma inverosímil.
El lugar en el que estaba ya no el mismo lugar. Es como si el hotel nunca hubiera existido.
Ahora me encuentro perdido en un lugar que no conozco, mi cuerpo no se acostumbra a aquel lugar. Donde antes había habitaciones y pisos con alfombra, ahora no hay nada de eso.
La habitación 71 tampoco existe, ni el señor que me esperaba dentro.
Una fuerza irresistible me lleva hasta el fondo de lo que parece ser un pasillo, este pasillo me lleva hacia un terreno con una construcción a medio terminar.
La construcción esta pintada de color blanco, en donde debería haber puertas hay puestas unas cortinas sucias.
Veo formas humanoides a lo lejos. Yo deambulo por este lugar, encuentro escaleras que no llevan sino a otras escaleras. Encuentro una calle polvorienta, no hay banquetas; hay casas hechas de lámina de cartón y llantas que hacen las veces de cerca de lindero, un canal de agua negra recorre ambos lados de la calle.
Estoy perdido, estoy confundido; el hotel no existe.
Sigo caminado y encuentro gente humilde que vive debajo de un gran puente, les pregunto como llegar al hotel en el cual yo estaba. Ellos me señalan un edificio que de lejos parece ser un hotel. Voy hacia allá.
No es el hotel que perdí, este hotel mas bien parece una barriada apilada en forma de edificio, pero algo dentro de mi tiene la idea de que detrás de esa fachada se oculta el hotel que aparentemente no existe mas. Asi que entro a ese conjunto de miseria vertical y busco la forma de llegar a la habitación 71 o aunque sea encontrar las demás habitaciones. No hay gente en ese extraño conjunto de viviendas maltrechas y apiladas, nadie me detiene, ando a mis anchas de casa en casa pero no consigo encontrar alguna pista del hotel.
Me resigno a mi nueva situación y salgo de ese sucio lugar, de nuevo encuentro escaleras que subo (aunque pareciera que bajara) hasta llegar a la calle polvorosa.
Sigo vagando sin encontrar una respuesta a esta situación, ya no encuentro personas que me guíen; solo encuentro el silencio. Pareciera que nada mas yo existo en ese nuevo mundo.
Camino y cada que camino me pierdo más y más en aquel lugar, pasan muchas horas y yo sigo caminando…
Asi de pronto me encuentro parado frente a un estadio abandonado y derruido. Pareciera una representación de un coliseo romano embutido en una plaza de toros. Me adentro en este sitio, no hay nadie que me detenga.
Llego hasta lo que debió haber sido un gran ruedo dentro del estadio y ahí por fin encuentro a una persona.
En medio de ese ruedo hay un hombre vestido con un bello traje de luces. Este hombre esta completamente cubierto de un polvo de color azul, yo lo miro con asombro, las palabras no me salen. Me mira y me hace un ademán para que me acerque hacia él. Voy hacia el como hipnotizado.
De la nada saca un capote y hace unos pases de torero, después sacude la capa y todo este polvo que le cubre se desprende de su cuerpo y ropa y se crea una nube espesa de color azul que me nubla la vista.
El no dice ninguna palabra, desaparece junto con la nube de polvo.
Me quedo parado en el ruedo, de nuevo solo y con la cabeza llena de preguntas.
Pero me digo a mi mismo que estoy perdido,
Me digo a mi mismo que la habitación 71 y el hotel que la contenía nunca existieron.
Me digo a mi mismo que la ciudad, que el país, que el continente, que el mundo en el cual me encontraba yo mismo y la habitación 71 y su hotel nunca existieron.
Ahora quiero quedarme aquí en este nuevo mundo,
En este viejo estadio, en esta hollada calle polvosa, en este pueblo de casuchas y escaleras sin sentido.
Aquí.
Aquí es donde pertenezco...

Fin del sueño.
Fin.

Adiós!

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