Cuando Pienso En Mi Muerte…

Hola…

Una cama perfectamente acomodada preservara mi cuerpo postrado e inerte. Al lado de mi cabecera se ha posado la Muerte con sus mejores galas, yo ya estoy tomado de su mano; ya lo he dejado todo por estar con ella. Adiós a la esclavitud de un cuerpo material, libre del hambre que me mantenía vivo.

Cuando pienso en mi muerte, pienso en mi madre no mostrando siquiera una lagrima (siempre fuerte, siempre inalterable, siempre reacia a mostrar los sentimientos: fui hecho a tu imagen y semejanza), pienso en mi padre llorando y en mi hermano permaneciendo impasible. Pienso en los M.A.: Uno haciendo un viaje desde el norte del país hasta llegar a mi funeral, otro llegando, tal vez con su gemelo, y el tercero llegando con la M.A. honoraria por excelencia (que siempre olvido su nombre).

Cuando pienso en mi muerte, pienso en toda esa Familia que nunca supo nada de mí y que estará en mi funeral sin siquiera saber quien era yo y que hacen ellos ahí.

Cuando pienso en mi muerte pienso en todos los primos y primas de la familia materna que por fin habrán sido convocados por mi, pienso en los tíos y tías, los abuelos y una multitud de familiares que yo mismo desconozco y que en vida no me intereso conocer.

Cuando pienso en mi muerte pienso que es justo que Zurisadai no se entere de mi deceso y creo que es justo que si se entera, no le permitan el paso (porque ni aun en la muerte te perdonare el silencio).

Cuando pienso en mi muerte, pienso en una pequeña parte de la familia Bohas reunida ahí, sobre la tierra que sepulta mi cadáver.

Cuando pienso en muerte, incluso pienso en todos las buenas películas bizarras y en los buenos comics que no veré o leeré.

Cuando pienso en mi muerte, pienso en volver a la Nada; que es mi origen (y el tuyo también), así que no será tan malo después de todo.

Cuando pienso en mi muerte, pienso en todas los cientos de revistas, comics, mangas, tebeos e historietas que dejare desacomodadas en mi estante y que solo uno de los M.A. será digno de acomodarlas para luego llevarlas a su casa para gozo futuro de la nueva generación M.A. (nuevo manifiesto: El M.A no se crea ni se destruye, solo se transforma).

Pienso en los discos de Bjork que no escuchare y en lo más nuevo del universo Lynchiano que no conoceré.

Pienso en Mercedes que se enterara demasiado tarde de mi fallecimiento y en la Hurí que tampoco se enterara porque estará demasiado distraída buscando a Dios en una iglesia (Cuando Dios vive dentro de nosotros, por lo tanto esta dentro de nosotros y no afuera)… Pienso en que nunca tendré un hijo o hija al cual llamarle Ángel como al de ustedes… Pienso en que la Hurí y Meche pensaran mucho en mí en sus días de vejez y que bendecirán el día en que nos conocimos

Cuando pienso en mi muerte, pienso en los millones de miligramos de medicamento que dejare de tomar.

Pienso en que nunca termine la historia de “Regina” y “Montenegro” (lo cual es una pena, porque nadie en el mundo, solo yo, sabrá como darle fin a semejante disparate).

Pienso en las cortinas rojas de mi habitación con su tímido velo.

Pienso en algunos hijos e hijos de puta que estarán en mi funeral sin saber a ciencia cierta quien era yo. ¿Quién fui y como llegue a ser?

Pienso en el amor y en el odio como las columnas Jakin y Bohas del templo del Salomón.

Pienso en lo grande que fue Pavarotti y en que nadie podrá en el futuro interpretar “Nessun Dorma” como el lo hacia.

Pienso en que el fin no justifica los medios, pero que todo debe llegar a su fin.

Cuando pienso en mi muerte, pienso en toda la cantidad inmensurable de poesía que no podré dedicarle a algunas personas por las cuales tengo preferencia.

Cuando pienso en mi muerte pienso en todas las cosas bellas que no podré admirar y en todas las cosas lindas que una nueva persona que recién he conocido no me podrá decir o hacerme sentir…

Y pienso en poemas para el niño triste que habita en mi corazón y que morirá cuando la hora final (la suprema) sea tañida.

Oigo, a lo lejos, campanas…

Campanas del Infierno.

A lo lejos.

Adiós!