viernes, 5 de febrero de 2010

Fuga Psicogenica (Primer Preludio)



Hola!

La Luna me estaba mirando”
Fue lo que dijo el gato. ¿Qué como aprendió el gato a hablar? ¿Qué desde cuando los gatos pueden pronunciar palabras? Eso es un misterio que aun sigue perdido en los albores de la memoria humana. Un infranqueable entresijo.
La Luna me estaba mirando, su mirada era penetrante”
Continuaba el gato hablando. No hablaba de manera elocuente, sino que mas bien lo hacia de una manera pausada, pues el mismo pequeño felino se maravillaba de su preciosa voz.
La Luna me estaba mirando, su mirada era penetrante; la rodeaba una blanquecina y al mismo tiempo brillante aura, a su alrededor las estrellas se arremolinaban en un caótico orden celeste”
El gato finalizó su intervención. Convencido de que cada palabra suya era poesía pura. En eso La Muerte, que todo el tiempo en que el gato estuvo hablando permaneció sentada al lado del minino, se rió sin disimulo y empezó también a hablar.
“¿Y que viste debajo de La Luna, y que hacías bajo su luz?”
Asi se expreso La Muerte, que esperaba cualquier tipo de respuesta absurda del felino.
“Mi tercera vida había terminado, la cuarta apenas estaba siendo adquirida; y en el lapso de tiempo que no tenia ni la tercera ni la cuarta vida, me hallaba yo esperando el milagro propio de los gatos cuando noté que La Luna me miraba… bajo su luz un sendero plateado me era mostrado. Solo el camino de la sangre menstrual de las brujas puede lograr tal prodigio, asi que temeroso me acerque a la única bruja que se disponía a cruzar aquel sendero plateado”.
Asi respondió el gato a la cavernosa voz de la blanca doncella.
“¿Y exactamente que conseguiría la bruja al cruzar el sendero plateado?”
Preguntó impacientada La Muerte, al tiempo que hacia ademanes con las huesudas manos.
Voy, dijo la bruja, a buscar a un cadáver. Asi que yo emocionado le pregunté, casi le rogué, a la hermosa bruja si me dejaba acompañarle en su travesía. Ella me dijo que nunca esta de mas un gato, asi que me dejó ir con ella con la única condición de que no caminara por fuera del sendero plateado o las almas contiguas a el me quitarían todas mis próximas vidas”.
Le respondió el gato a aquella con la cual tienes una cita inevitable, simplemente no puedes decirle que no a esta gran cita.
“¿Y que cuerpo muerto pretendía obtener la bruja?
Preguntó de nuevo La Muerte, y casi dando por finalizada la plática pues tenia muchas personas a las cuales visitar.
“¡El cadáver de King Bohas!”
Aseveró el gato, al tiempo que se acicalaba su pelaje.

Adiós!

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