sábado, 11 de abril de 2009

Sábado sombrío (el eje podrido 0.5).


Hola!
El desconocido poeta Bukowsky tenía toda la razón,
El escribió que la vida gira sobre un hijo podrido,
Y bueno,
No es que yo sea un pesimista pero al menos aquí en México la vida si gira sobre un eje podrido.
Y créeme cuando te digo que no soy un pesimista!
Pero....
El pasado sábado, me dirigía a un Mall en un autobús urbano,
Cuando subí al camión la gente me miro raro así que ni siquiera me moleste en voltear a ver a los pasajeros, hacia calor.
Aquello era un horno, el estupido urbanero mando a pintar con pintura de aceite (negra, hazme el favor) las ventanas del autobús, tapaba la luz, tapaba el aire; horror.
El chofer había colgado cerca del espejo retrovisor un compact disc con la imagen de S.S. (ja!) Juan pablo II a colores. Un diabólico ejemplo de mal gusto definitivamente.
Cuando llegamos a la parada de camiones que esta en la esquina del Mercado Morelos, se subió un señor a vender “helados de yogurt”, así que con aquel calor me tuve que comprar uno de chocolate. Cinco pesos.
Barato como la carne de gato, ma’am.
Luego se bajo el señor de los helados (“bolis” les digo yo) y al instante se subió en señor que portaba una guitarra y una bolsa con mangos,
De súbito se puso a tocar/cantar una canción ranchera que no conozco. No le puse importancia (me preocupaba mas la dureza de mi bolis que no me dejaba saborear el sabor choklit); termino su canción y enseguida nos dio una explicación/justificación del porque se subía a los camiones a cantar para mendigar unos pesos…
Aquel señor se alzo la camisa y nos mostró horrendas, gruesas y extrañísimas cicatrices que recorrían su abdomen como enormes gusanos subcutáneos. Nos dijo que sufrió no se que, que le provocaba no se que, que lo imposibilitaba para trabajar como cualquier hombre. Le creí.
Y mira que no me creo cualquier cosa.
Paso por los lugares a recoger monedas
Y…
Antes de que terminara, se trepó (el autobús continuaba “detenido” en la parada de camiones esperando pasaje que nunca subió!) una niña pequeñita y algo regordeta al infecto camión.
Le calcule unos diez años de edad, era de tez blanca y mirada dura y penetrante.
Su cabello negro era esponjado, maltratado y difícil de peinar
(Pareciera que hago una descripción de mi cabello y no del de ella),
La niña llevaba la mayor parte del su cuerpo, incluido el rostro, quemado hasta el punto de deformar la que seria una suave piel.
Las quemaduras de cigarro son nada comparadas con las quemaduras que aquella niña llevaba.
(Sin truco)
La niña pidió al público unas monedas.
La gente presurosa dio dinero para la causa.
Mientras eso pasaba, me preguntaba a mi mismo que padres tan tontos dejan que un accidente tan horrible le pase a su hija. Que negligentes. Condena para ellos!
No tiene importancia que yo revele si di dinero a estas personas o no; ¿Por qué? Porque el padre celestial que es mío y es tuyo también es el único que debe saberlo.
Y así…
La vida sigue
Y el eje podrido continuara haciéndola girar...
Y nosotros, los seres humanos giramos en torno al eje podrido.
Y así…
Nuestra vida sigue.
Aferrados a algo que quizás ya nos ha dejado.
Portando mascaras y diseñando disfraces para aparentar y/o ocultar la maldad en nuestros corazones.

Cuando por fin el camión se puso en marcha, se bajaron juntos el señor de la guitarra y la niña con alarmantes quemaduras.
Eso fue una cuadra después del Mercado Morelos.
La morbosa gente no dejo de mirar a la niña hasta que se perdió entre los carros y la gente.
Esa tarde hacia un calor inmenso.
Si.
Sucedió ayer
Pero (volverá a) pasara mañana.
Adiós!

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