martes, 22 de septiembre de 2009

Tampoco hoy es el día, ni la hora.


Hola!

Ese alado ser; lóbrego, maligno y ominoso se posó al lado de mi cabecera y arranco mi alma del cuerpo que habito.

Era de noche, yo no estaba durmiendo, lo se.

Solo contemplaba a las estrellas a través del manto que lo contiene todo.

Arranco mi alma, nena; y se la llevo a lugares mas elevados.

Volando por encima de los techos de las casas y las cosas, llegamos hasta lo más alto del cerro san martín.

Probablemente había un frío muy intenso allá arriba, pero mi cuerpo estaba en mi cama asi que no tenia porque sentirlo.

El alado ser me hablo con palabras suaves al oído.

Palabras dulces que me deleitaron,

Me platicaba, al mismo tiempo que me predicaba del dioscuro que habita dentro de mí.

Me ofrecía la gloria a través del infierno.

Me quería despojar de todo en lo que creo, quería un esclavo que dijera si y no.

Pero se equivoco conmigo; prefiero conservar mi dolor y mi poder íntegros.

Se fue entristecido. Tuve que ingeniármelas para regresar a mi cuerpo antes de las doce de la noche.

Sentí mi cuerpo como una prenda a la cual le tienes mucho cariño y no quieres despojarte de ella, pero…


Adiós!


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