Hola!
Estaba sola en la oscuridad de aquel cuarto de paredes frías.
Ella dibujaba extrañas formas en el pizarrón de aquel manicomio, formas que me invitaban a sonreír (quizás por el efecto de tantos sedantes)
Su mano derecha se movía con destreza sobre el sucio pizarrón.
Ella estaba muy seria. Absorta en sus dibujos.
Entro a aquel cuarto un cadáver vacuo de una tormenta, era yo.
Y hablé con Cordula.
Mitad diosa, mitad maldición; era la hembra perfecta.
Por temor a quedar como un tonto, hablamos muy poco. Ella se aburrió y se salio de aquel cuarto.
Asi que de todas formas quede como un tonto.
Como sea, se fue diciéndome:
-Adiós!
Y es fecha de que todavía no puedo sacar ese adiós de mi mente.
Adiós!
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