lunes, 30 de noviembre de 2009

El eje podrido y el atisbo que me dio un soplo de vida


Hola!

Abordé un autobús cualquiera en un día cualquiera.
Era un día como todos los demás, todavía no había pasado nada extraordinario.
Ni siquiera había tenido ese día noticias de la muy dolorosa amada descendente (rompe un corazón y obtendrás pedazos filosos).
Un día común.
En el asiento del cobrador estaba sentada una linda joven que con su mirada podía decir más de lo que yo intento escribir en mi blog.
Vestía una sencilla blusa de color rosa, un viejo pantalón de mezclilla, tenis deportivos.
Tenia teñido el cabello teñido de rubio, traía también unos lentes oscuros puestos sobre la cabeza como si fueran estos una diadema.
Desde que me subí al camión me llamó poderosamente la atención; sentí inmediatamente empatia por ella sin saber el motivo.
Ella parecía ser amiga del señor conductor. De vez en cuando la guerita cobraba el pasaje; a veces lo hacia ella, a veces el chofer.
A ratos la mano izquierda de ella parecía moverse con vida propia, pero ella luchaba contra eso y sujetaba más fuertemente su mano a un pasamano del autobús.
A ratos su mirada era tan tierna.
A ratos podía ver en sus ojos el espíritu de dios mismo.
A ratos su cuerpo parecía temblar y ella parecía librar una batalla mental por el control de su propio cuerpo.
A ratos…
El camión se estaba llenando mas y mas de gente.
Yo ya sabia lo que le pasaba.
O tal vez solo lo he visto antes y por experiencia pude suponer el mal que le aquejaba.
Al acercarse el autobús a la bajada del puente Joroba, ella se estaba despidiendo del chofer.
El chofer detuvo la unidad enfrente de la universidad del golfo.
Ella se levantó de donde estaba, y si.
Su cuerpo temblaba completamente y por dios que ella no dejaba de sonreír. Era un ejemplo magnifico y enternecedor de dignidad humana.
Cada movimiento que realizó para bajar del camión era mucho más fino que el de una modelo en una pasarela.
Cuando el chofer puso en marcha la unidad, ya la guerita llevaba unos pasos adelantados del camión. El chofer volteo a verla.
Y ella detuvo sus frágiles pasos para agitar su manita en señal de “adiós”, al tiempo que mantenía una bella sonrisa y le lanzaba una mirada que expresaba amor.
Un adiós que el chofer respondió también agitando su mano en al aire.
Y el autobús avanzaba y avanzaba rumbo al centro.
No se que fue del destino de ellos dos.
Fue asi como un día cualquiera se convertiría en un día extraordinario

Dios quiera que tu mal no avance,
Dios quiera que el dolor no te arrastre.
Dios te de el control total de tu cuerpo.
Dios te preserve con bien.
Dios te bendiga, guerita.
Siento que ya estas en mi,
Viajando dentro de mi pesadilla para liberar mis mas hermosos sueños.

Gracias. Adiós!

1 comentario:

  1. Lindo relato, lo unico que te haria falta corregir es que es "Dios" y no "dios"...

    Saludos Hector.

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