King Bohas y el minuto que naciendo, empieza a morir.

Hola!

No quiero ir.
(Ni me gustaría llevarte conmigo)
El niño que amaste nació muerto.
El mañana se transfiguro en una faz de droga dura.
Estoy muerto dentro de mi mente.
Rezabas por mí hasta que un día se te olvido por que lo hacías.
La bestia amaneció al lado del tálamo,
Estaba esperando por nosotros, pero ya no tuve fuerzas para ir a por ella.
El mañana se transfiguro en una faz de droga dura.
La espalda cambio de forma completamente hacia la medianoche.
La Luna me estaba mirando y no me gustaba la forma en que lo hacia.
La noche atrajo a los cuatro animales elementales.
El teúrgo me contó de la violeta ambiciosa y te vi (y me vi) reflejada en ese poema.
El mañana se transfiguro en una faz de droga dura.
Heridas que sanan y hojas que caen
Caen hojas y sanan heridas.
Los cuernos de la Luna me son revelados.
No quiero ir, ni quiero ir hacia la Luna.
El niño no nació muerto, lo asesino la muerte.
Las oportunidades arribaron y se marcharon sin ti.
Estoy muerto dentro de mi muerte.
Rezaste hasta volverte una santa, orgullo y perjuicio.
La bestia era mi otro yo; mi yo oscuro.
No quiero ir contigo, quiero olvidarte.
La espalda no cambió de forma, solo le aparecieron blancas alas.
La Luna se olvido de brillar.
La noche dejo en libertad a los cuatro animales.
Y el maestro Gibran Khalil Gibran reanimo nuestra alma con la violeta ambiciosa:
"Entonces, la reina de las violetas vio a la rosa que había sido violeta, extendida sobre el suelo, como muerta. Y dijo: -Ved y meditad, hijas mías, sobre la suerte de la violeta ilusionada por sus ambiciones. ¡Que su infortunio les sirva de ejemplo!
Y oyendo esas palabras, la rosa agonizante se estremeció y, apelando a todas sus fuerzas, dijo con voz entrecortada: -Oídme, ignorantes, satisfechas y cobardes. Ayer era como vosotras, humilde y segura. Mas la satisfacción que me protegía también me limitaba. Podía continuar viviendo como vosotras, pegada al suelo, hasta que el invierno me envolviera con su nieve y me llevase hasta el silencio eterno, sin conocer los secretos y las glorias de la vida, más allá de lo que innumerables generaciones de violetas conocieron, desde que hubo violetas en el mundo.
"Pero escuché, en el silencio de la noche; y oí al mundo superior decir a este mundo: "El objetivo de la vida es alcanzar lo que hay más allá de la vida." Pedí, entonces a la Naturaleza -que no es sino la exteriorización de nuestros sueños invisibles- me transformara en una rosa. Y la Naturaleza accedió a mi deseo.
"Viví una hora como rosa. Viví una hora como reina. Y vi el mundo con los ojos de una rosa. Y oí la melodía del éter con los oídos de una rosa. Y acaricié la luz con los pétalos de una rosa. ¿Puede, alguna de vosotras vanagloriarse de tal honra?
"Muero ahora, llevando en el alma lo que el alma de violeta alguna jamás experimentó. Muero sabiendo lo que hay más allá de los horizontes estrechos en que nací. Y este es el objetivo de la vida”.
Es cierto, ese es el objetivo de la vida.
Ya, si; es perfecto.
El tren de la locura ha empezado su marcha y ya estoy en uno de los vagones.
Puedo ver el andén, tu estas ahí diciéndome adiós.
No se cuando volveré, no me esperes.
Al lado mío va sentado un niño loco, mirando fijamente el mar,
Me repite lo que le dijo a Charles:
-NO es bello.
Tiene razón. No es bello.
El mañana se transfiguro en una faz de droga dura.
Este viaje es en solitario.
Pero llevo a mis alter egos adentro mío.
La Luna se ha ocultado. Ya es de día.
Me arranco las alas.
Pues cuando regrese no quiero volar si no es contigo.
Quiero que me arrastres
Al paraíso.
No quiero alas, arrástrame por favor.

Adiós!

(contiene la parte final del poema La Violeta Ambiciosa de Khalil Gibran)